Valeria Viva

Ingeniera en Sistemas de la UTN, emprendedora, tecnóloga y docente universitaria. Actualmente se encuentra cursando la Maestría en Género y Política en FLACSO. Cuenta con posgrados en Negocios y Educación a Distancia y especializaciones en Big Data, Inteligencia Artificial e Innovación.

Tiene más de 15 años de experiencia liderando proyectos tecnológicos en empresas para Latinoamérica.

Hace más de 10 años fundó la agencia digital Ser 2.0 (hoy Social Digital Lab) y trabaja en diversas iniciativas que buscan llevar más mujeres a la tecnología.

En 2020 cofundó XSTEM, una organización que, a través de un enfoque integral en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), busca desarrollar las habilidades requeridas para el futuro en niñas y niños.

¿Cómo abordar el concepto de IA?

El primer paso para adentrarnos en este mundo es comprender de qué se trata. La IA es la capacidad de una máquina de realizar tareas que normalmente haría un humano, como: aprender, planificar, resolver problemas, reconocer el habla o caras.

Aprender a detectar y entender el funcionamiento de los algoritmos, cómo se crean y cómo nos afectan es esencial para convertirnos en ciudadanas y ciudadanos más críticos y también es una de las primeras motivaciones para dedicarse a estas disciplinas.

Uno de los acercamientos iniciales para introducirse a este mundo es indagar cuál es la IA que nos rodea y cómo actúa: el recorrido puede ir desde el ámbito individual, como las redes sociales o las plataformas de videos, música, juegos o compras que utilizamos, hasta aplicaciones en salud, clima y seguridad. Evidenciar el impacto que tienen estos algoritmos en nuestra cotidianidad nos permitirá avanzar luego en explorar el poder que pueden tener o han tenido en gobiernos, empresas, selección de personas para un puesto, otorgamiento de becas o créditos... Y una gran cantidad de ejemplos más que se pueden construir en grupo. Investigar, reflexionar y poner en común los beneficios y desafíos que presenta esta nueva realidad, donde cada vez más decisiones son influenciadas por la inteligencia artificial, empodera frente a la tecnología y abre nuevas miradas.

¿Con qué tecnología de IA comenzar?

El machine learning o aprendizaje automático, que es un tipo específico de IA capaz de reconocer patrones en datos y hacer predicciones basadas en esos patrones, es un buen punto de partida para comenzar, ya que hay bastantes recursos educativos disponibles. Esta rama de la IA es la que hace posible que las máquinas aprendan por sí mismas sin depender de instrucciones. Para aprender requieren de una gran cantidad de datos. Y cuantos más datos procesan, más eficaces y precisas se vuelven.

Cuando una red social etiqueta a las personas, lo hace a través del reconocimiento facial que utiliza aprendizaje automático. El reconocimiento de texto o de voz que utilizamos en nuestros smartphones, el texto predictivo o las respuestas automáticas en mails o redes sociales también se dan gracias al aprendizaje automático. Cuando esta tecnología se combina con otra capacidad de IA, como el reconocimiento de voz, tenemos asistentes digitales, como Alexa y Siri, que mejoran y responden cada vez mejor a nuestras solicitudes. Asimismo, cuando se integra con el reconocimiento facial, podemos realizar búsquedas de imágenes y que nos reconozcan por nuestra cámara. Así contamos, además, con autos autónomos que, a través del reconocimiento facial y de sensores, pueden circular sin intervención humana.

¿Qué herramientas se necesitan?

Con una computadora y conexión a Internet podemos contar con una gran cantidad de opciones para explorar y crear con IA, que requieren de un docente que pueda darle sentido a ese aprendizaje, para que se convierta en una experiencia significativa.

Hay varios recursos educativos para que niñas, niños y jóvenes puedan comprender cómo aprenden las máquinas de forma simple: un proyecto para ayudar a limpiar los océanos con IA, otros que permiten crear modelos de aprendizaje automático sin necesidad de conocimientos especializados ni de programar y proyectos más complejos con Scratch para desarrollar IA, que aprende a jugar “piedra, papel o tijera”, a crear un chatbot o un asistente virtual, otros que realizan reconocimiento facial y muchos más.

¿Cómo abordar críticamente la IA?

Formar hoy ciudadanas y ciudadanos críticos significa que conozcan también las implicancias y la responsabilidad que las nuevas tecnologías conllevan. En este sentido, se vuelve fundamental que niñas, niños y jóvenes desarrollen la capacidad de involucrarse con las preguntas éticas que plantea la IA, las implicancias en la privacidad, la transparencia, la equidad y poder detectar los sesgos de los algoritmos.

Para abordar estas cuestiones, es primordial destacar que detrás de la IA y el aprendizaje automático hay personas que eligen qué datos seleccionar. En un mundo que recurre cada vez más a estos sistemas para tomar decisiones, es clave que esos datos no tengan sesgos que discriminen a una parte de la población. Por ejemplo, ya se han detectado sistemas de IA que discriminaban por género, etnia, religión, nacionalidad, entre otros, y hay muchos ejemplos de sesgos en IA para trabajar.

La ética es otro aspecto esencial que nos invita a explorar este nuevo paradigma desde otro ángulo. ¿Está bien que un auto autónomo decida atropellar a una persona para salvar a otras cuatro? ¿Es correcto utilizar la información de las personas para entrenar sistemas? ¿Quién es responsable de las decisiones tomadas por la IA? Estos interrogantes, y varios más, son invitaciones a realizar enriquecedores debates que traspasan y circundan la tecnología, y permiten vislumbrar cómo será la ciudadanía del futuro y comenzar a hacerse los cuestionamientos necesarios.