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Quinta a fondo: velocidades de transformación en la era de lo “ultra-irreal”

Una de las mejores definiciones sobre el acelerado proceso de cambio que estamos viviendo fue formulada por el naturalista y entomólogo estadounidense Edward Wilson. El profesor de biología de Harvard sostuvo años atrás que la humanidad hoy tiene un gran problema: “Nuestro cerebro es de la Prehistoria, nuestras instituciones del Medioevo y nuestra tecnología es de la era de los Dioses”.

El cambio ocurre en múltiples velocidades y existe una brecha (que se va ampliando) entre la aceleración de distintas tecnologías y nuestra capacidad de procesarlas y la de la sociedad de validarlas. Para el científico de datos y tecnólogo Marcelo Rinesi, por ejemplo, el problema con el ritmo de transformación que hoy se requiere para llegar a abordar problemas y desafíos que tienen una tasa de deterioro exponencial (crisis climática, por ejemplo) no es de disponibilidad de tecnología, sino de alineación de incentivos, política, regulaciones y coordinación entre distintos actores.

Los progresos en distintas tecnologías (y sus respectivas combinaciones) son motores turbo-aceleradores de una transformación general que ya ganó velocidad en 2020 y que, para muchos, es apenas la punta del iceberg de lo que se viene. Uno de los ensayos más influyentes en fondos de inversión en el año que pasó fue “Repensando la humanidad”, de Tony Seba (Stanford y RethinkX). En 89 páginas, Seba argumenta que la década que va entre 2020 y 2030 será la de mayores transformaciones en la historia de la humanidad. Junto a su socio James Arbib postulan que la misma caída exponencial de costos que se dio en los últimos años en el precio de las comunicaciones y de algunos rubros de energía renovable se concretará en los próximos 10 años en alimentos, materiales y transporte. Combinados, estos cambios radicales en cinco sectores claves de la economía implicarán una ola disruptiva masiva.

Otro futurólogo y “conector de puntos” muy escuchado por inversores, Azeem Azhar, propuso una discusión sobre cuáles serán las tecnologías que lo cambiarán todo en la década 2020-2030. Cuáles son las que potencialmente tienen un impacto más masivo y cuáles las menos obvias. Azhar identifica tres grandes campos: el de la inteligencia artificial (con sus avances recientes en el nuevo sistema de lenguaje natural GPT3), el de las “ciencias de la vida” (biotecnología) y el eje transversal de tecnologías para mitigar el cambio climático. En un cuarto lugar, pero lejos del pelotón principal, el futurólogo que cura el sitio “Exponencial View” ubica al mundo “cripto” y de descentralización.

Y todo esto es solo lo que se puede imaginar a partir de tecnologías (en su mayoría) ya disponibles. Entre las que aún restan madurar, sobre todo con desafíos ingenieriles que hacen que su despliegue sea más probable en la segunda mitad de la década, sobresale la computación cuántica, con una veintena de empresas consolidadas trabajando en hardware a partir de seis abordajes tecnológicos distintos.

Antes de que ocurrieran los logros descriptos en los párrafos anteriores, en el año 2015, el escritor chino Ning Ken, también uno de los más importantes traductores y divulgadores de la ascendente ciencia ficción china, acuñó un término para describir lo que estaba sucediendo en su país, que luego fue replicado en diversos trabajos de investigación. La palabra en cuestión es “chaohuan”, y su traducción es algo así como “ultra-irreal”, algo que va más allá de lo imaginario.

Ken la sugirió en una charla sobre los cambios que se están produciendo en la China contemporánea a una velocidad nunca vista, y que van mucho más allá de lo tecnológico. “Es como si el tiempo se hubiera comprimido. Ya dejó de ser noticia que el tamaño de nuestra economía un día pasó al de Francia, al de Inglaterra, Japón, Alemania… y que pronto sobrepasará al de los EE. UU.”

El término “ultra-irreal” es una derivación del “realismo mágico”, reconoce Ken, quien de hecho piensa que en términos de “irrealidad”, China y América Latina tienen varios puntos en común. El escritor asegura que si quisiera contar estas historias en sus cuentos y novelas, su público se reiría porque le parecerían inverosímiles, por eso la realidad va “más allá de lo imaginario”.

Rinesi tiene una concepción parecida. “La ciencia ficción es un formato útil para pensar cosas de a una, pero tal vez la parte más extraña del mundo no sea ninguna innovación o evento específico, sino la forma en que los cambios se acumulan e interactúan constantemente, una especie de música de fondo de ‘weirdness’ (rareza) que subestimamos porque casi que nos acostumbramos a ella”, explica el futurólogo argentino. Y agrega: “Tanto o más que en un mundo de ciencia-ficción espectacular, vivimos en un mundo de ‘nueva rareza’, uno donde subestimamos lo radicalmente extraño porque la mayor extrañeza no está en eventos o tecnologías puntuales, sino en la infraestructura de nuestra realidad”.

Para Ken, la velocidad de cambio en su país se volvió tan rápida que a veces parece que “escapara de la fuerza de gravedad”, y que “la China moderna es tan loca que ya merece su propio género literario”, escribió en un artículo en 2016. ¿Cómo construir algún tipo de conceptualización de una realidad tan compleja como la de China en las últimas décadas? Para Ken, la mirada de los economistas, de los politólogos, de los sociólogos o de otras disciplinas, por separado, no bastan y resultan reduccionistas. El ojo de los escritores de ficción, más holístico, resulta una lente que capta mejor la riqueza y las sutilezas del fenómeno.

Sebastián Campanario

Economista y periodista (UBA y TEA). Realizó seminarios de posgrado en Columbia University, FIU (Universidad de La Florida) y HyperIsland. Fue consultor de la CEPAL, del PNUD y prosecretario de redacción de Clarín, donde por varios años escribió la columna “Economía Insólita”. Actualmente publica artículos en La Nación sobre temas de economía no tradicional (los domingos) y creatividad e innovación (los sábados), y realiza... Ver más

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